Cierta vez existió un país maravilloso que su deslinde tenía por límite un muro transparente, y sin embargo sus vecinos no lograban ver nada de lo que en esa nación sucedía.
Y era por eso que los aborígenes vecinos le llamaban “El país invisible” y los mestizos también comenzaron a llamarlo igual.
Los abuelos contaban que desde hacía muchos años, nunca más pudieron ver a las personas que allí vivían, pero parecía que no viviera nadie allí, y sin embargo ellos podían sentir todo lo que pasaba al otro lado, sin poder explicarse que pudo haber sucedido para tan extraño fenómeno.
Mientras tanto sus habitantes, vivían muy felices en ese lugar que era muy grande y muy lindo, con hermosas casas, las había de madera, de ladrillos y también de piedras, lo en su conjunto le daba un cálido aire al ambiente, pero sí era como un país de cuentos de hadas.
Los niños dividían su tiempo entre los deberes del colegio y los juegos que casi siempre practicaban al aire libre.
Con las primeras horas de la mañana los árboles y el pasto se veían más verdes, y cuando los rayos del sol derretían la suave y cristalina escarcha las flores se abrían dejando un suave y delicado perfume.
Así pasaban los días en ese país, cada uno en su propio afán, pero siempre compartiendo y ayudándose mutuamente.
Y como nunca nada es perfecto, también tenían una gran tristeza, ya que ellos si podían ver con mucha claridad a las personas de los lugares más cercanos de su país, a diferencia de sus vecinos. Como siempre estuvieron separados por la transparencia, durante años había un grupo de científicos y sabios quienes no descansaban estudiando tan extraño fenómeno que los dejó completamente aislados del mundo.
El rey, al igual que todos los habitantes del país no entendía como pudo desaparecer ese país. Siempre era la misma pregunta ¿cómo fue que se hicieron invisibles?
Después de un tiempo el clima comenzó a cambiar. El calor se fue alejando y el frío empezó a ser tan grande que la gente no se atrevía a salir de sus casas por temor a quedar convertidos en estatuas de hielo.
Y así pasaron meses y la vida comenzó a ser insoportable. No entendían el por qué del frío y de tanta nieve.
Hasta que, los niños que sentían una gran nostalgia por no poder ir al colegio y salir a esos lindos paseos que tanto les gustaba, un día casi muertos de frío igual salieron a la calle, y a uno de ellos se le ocurrió hacer una fogata para pasar el frío y poder jugar. Esta comenzó a prender de tal forma que las paredes de las casas se deshelaron formando un gran caudal.
El caudal fue tan grande que nadie pudo dormir esa noche.
Al día siguiente, toda la gente salió a las calles a ver la maravilla que la naturaleza les ofrecía. El sol era más brillante y el resplandor de un gran arco iris cruzaba el cielo y para completar la dicha se podían ver mutuamente con sus vecinos.
Estaban tan dichosos que todos los lugareños, hicieron una gran fiesta que terminó en Carnaval, y que celebran cada año hasta el día de hoy. Y desde entonces y por orden del Rey, es feriado nacional.
Luego de tantos estudios, se dieron cuenta que el país se había mantenido invisible debido a un inmenso y delgado bloque de nieve transparente que le rodeaba.
Y fue la inocencia de estos pequeños niños, que permitió que todo un país volviera a ser feliz.
Gioconda Salazar Lagunas
23 enero 2011
Imágenes: creartecoaching.com, misanfelipe.cl y radioenriquetorres.blogspot.com